Publicado por: unpaisenlasalforjas
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En Vegas de Coria desayunamos en el mismo hotel Los Ángeles. Otro sitio para apuntar y tener muy en cuenta. Estamos teniendo mucha suerte con los sitios donde estamos cayendon tanto alojamiento como gastronomía.

En el hotel mientras cerramos la salida el dueño nos indica cómo llegar a Riomalo de Abajo. Nosotros tenemos claro por dónde vamos a ir, que es la pista que sale desde Arrolobos, pero nos dice que el terreno es muy malo, que tiene unas rampas enormes y llenas de piedras. 

En nuestras cabezas empezamos a imaginar que aquello es como Mordor, que incluso del bosque nos va a salir el Malvado Fendetestas y que vamos a morir intentando llegar al Meandro del Melero.

Pero somos de espíritu aventurero y osados como pocos y no hacemos caso. Afortunadamente. Hasta Arrolobos una carreterita fácil con leve subida, y llegando allí al fondo del pueblo se divisaba la primera gran dificultad, efectivamente una subida imposible que se perdía en la espesura del bosque hacia la parte de atrás del monte.

Pero llegando allí la dificultad se hizo algo menor, era dura, no digamos que no, pero no tanto como parecía de lejos, tal vez influenciados por la explicación del hostelero.

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Salvada esta dificultad, la que se veía desde el pueblo y otro tanto más que quedaba oculta tras la primera curva se acabaron las dificultades. 26 kilómetros de puro monte, sin grandes bajadas ni subidas y con un terreno perfecto para ciclar, y que nos dejó ante una de las maravillas de Las Hurdes: el Mirador de la Antigua para ver el Meandro del Melero.

Una pena que el río baje casi sin agua, y se ve una inmensa pradera verde donde debería haber agua. Aún así es impresionante, y desde el mirador se contempla como en una pantalla gigante la grandiosidad de la naturaleza.

Llegamos a Riolobos dejándonos caer desde la pista que llega al mirador desde el pueblo a la hora de comer.

Y comimos, vaya si comimos, porque nos quedaban 20 kilómetros aún para llegar a alguno de los pueblos que tenemos como objetivo para hoy.

Pero de repente el cielo empezó a encapotarse, el horizonte a ennegrecerse y la lluvia a hacer aparición. Eran más de las cuatro y decidimos cortar por hoy y quedarnos a dormir en el mismo hostal del restaurante, el Hostal Restaurante Riomalo. Una habitación algo más modesta de lo que hemos tenido hasta ahora, pero con un precio bastante más reducido: 35€. Muy bien.

Hemos aprovechado para hacer algunas cosas pendientes de trabajo y pasear por el pueblo, que tiene una gran cantidad de casas abandonadas y cerradas, de construcción antigua, con balcones rotos hechos de pizarra y tejados del mismo material.


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